¿Fueron 28...?



¿ Fueron veintiocho?- No sé..

Era verano, una bonita noche de verano, en la que un grupo de amigos, sentados en un bar bajo el manto nocturno y alumbrados por la luna llena, disfrutábamos de una velada regada con buen vino y que compartiendo canciones, charla y poesía, veíamos llegar la madrugada.

-Ya era tarde, muy tarde.

-Cuando de repente y ante nuestros asombrados ojos, ellas, empezaron a desfilar.
Salían de un coche detrás de otro y parecían una procesión interminable de modelos de distintos estilos, edades y formas. Algunas, iban cargadas con bolsas de algún supermercado, las cuales dejaban entrever, que se habían provisto de todo tipo de viandas (alcohol incluido) para que no les faltara de nada y con el objetivo –al parecer- de pasar una noche loca.

-O al menos, eso era lo que a mi me pareció.-

-¿A dónde irán?—Dijimos algunos
-¿Qué irán a hacer?- Eran preguntas que nos hacíamos, a la vez que estimulados por la sorpresa, se dislocaban nuestras ocurrencias y hacía que de manera jocosa, fuéramos hilvanando toda suerte de comentarios, con el único fin, de alimentar nuestra propia diversión, -ahora- a costa ajena.

Uno de nosotros quiso llamar su atención, preguntando en voz alta: si nos podíamos unir al grupo, pero ellas hicieron oídos sordos y continuaron su camino, imbuidas en la seguridad y la ilusión que les proporcionaba esa complicidad que, -aún de manera inconsciente- se transmitían unas a otras.
¡Paseo triunfal el que ejecutaban ante nuestros ojos!, marchando hacia su meta y ajenas a nuestros comentarios y risas.

-Pronto llegaron a su destino –acrecentando de esa forma mi perplejidad-



Pues su camino terminó, cuando unos metros mas allá, comenzaron a entrar en una casa, que -al parecer- sería el punto de encuentro, de tantas féminas ansiosas por pasarlo bien.
Cuando ya todas estaban dentro, se encendió una luz del segundo piso, que a renglón seguido se apagó, y ese, fue el detonante para que como un rayo, se “disparara” mi fantasía.
La luz no volvió a encenderse y yo, hubiese querido “penetrar” con ellas, en el interior de esa casa, donde podría pasar de todo, –o eso pensaba- dándole alas, a mi -en ese momento- calenturienta imaginación.

-Ya las “veía” practicando cualquier tipo de aquelarre.
Bailando desnudas y enredadas en toda clase de juegos lésbicos, mientras se iban tocando unas a otras, como para ir cogiendo confianza –ahora toco un coñito por aquí, ahora un culito por allá- y sus manos y sus bocas buscaban los pezones de unas tetas, ávidas de ser mordidas y acariciadas, en un maremágnum de cuerpos de todos los tamaños y formas.
Una especie de orgía, que se iría organizando a medida que fuera avanzando la noche, esa, que las llevaría a la lujuria, movidas por el deseo y el alcohol.

-¡Quien hubiera podido mirar a escondidas!- Seguro que pensamos todos.

-¡Cuánto morbo me producía una situación, que aún construida en mi mente, hacía que las imaginara en esos juegos, borrachas de pasión y deseos desenfrenados!

-¿Eran Veintiocho Chochos?? –No-

Eran veintiocho mujeres desprovistas de prejuicios, –quería creer- que dispuestas a gozar de una noche diferente y en total libertad, “pasarían” de problemas, maridos, novios y amantes, que pudieran aguarle una fiesta -a buen seguro- inolvidable.
© Laura Gallegos, 2008.-